el blog de reseñas de Andrés Accorsi

viernes, 1 de octubre de 2010

01/ 10: HELLBOY Vol.10


Vuelvo a visitar a este entrañable amigo y no, no podíamos pretender tres tomos seguidos de la majestuosa epopeya con la que Mike Mignola y Duncan Fegredo están redefiniendo al personaje y, de paso, produciendo los mejores trabajos de sus respectivas carreras. Nos toca un interludio, un tomo de historias más cortas, con material no de relleno, pero tampoco de primera necesidad.
La aventura más larga, The Crooked Man, le da título al libro y a una miniserie de 2008 que ganó el Eisner en esa categoría en 2009. La verdad es que acá Mignola se reivindica de la berretada que escribió la primera vez que consiguió que Richard Corben dibujara un guión de Hellboy. Esa saguita en Africa era bastante patética (a pesar de estar dibujada como los mega-dioses), pero esta (la primera en la que Hellboy se mete con los relatos folklóricos de EEUU) tiene un guión a prueba de balas, inquietante, coherente, con los puntos álgidos bien distribuídos a lo largo de sus 72 páginas, con excelentes caracterizaciones (personajón el cura ciego!) y un villano que mete miedo de verdad.
El dibujo de Corben es espectacular. El gigante de Kansas entiende como pocos los climas ominosos, la decadencia, la podredumbre física y moral, y hasta maneja esos códigos de “violencia pasada de rosca, pero medio en joda” que tan claros tiene Mignola. Hay dos peros: Corben dibuja a Hellboy demasiado parecido a como lo dibuja Mignola, o sea que en algunas viñetas parece como si el mostro estuviera dibujado por su creador y superpuesto en un comic de Corben. Obviamente estoy exagerando, pero de verdad, parece más de Mignola que de Corben. La otra cagada (menor, claro) es que no hay sexo. Y poner a Corben a dibujar un comic sin sexo… es casi desaprovecharlo, es como ir a una heladería cheta y pedir helado de vainilla, o tener DirecTV y mirar Canal 9. The Crooked Man con un par de garches bien explícitos se elevaría a obra maestra, perturbaría y excitaría mucho más. Pero el laburo de Corben –repito- es maravilloso y Dave Stewart, mago del color, lo apuntala con su habitual (y pasmosa) eficacia.
Entre los complementos tenemos una de la dupla definitiva (Mignola y Fegredo, claro), que está obscenamente bien dibujada, pero el guión es una falta de respeto. También una de 24 páginas, co-escrita por Mignola y Joshua Dysart y dibujada por Jason Shawn Alexander. El guión, si no fuera por el final choto y anticlimático, se la re-bancaría, y el dibujo es realmente muy, muy notable. Alexander viene de una escuela radicalmente distinta a la de Mignola, y no esfuerza en lo más mínimo para clonar al Hellboy o al Abe Sapien a los que nos acostumbró el ídolo. El pibe viene, hace la suya, reinterpreta todo lo que se le canta y se luce sin repetir y sin soplar (y sin mandar fotos al voleo, sin retoques ni manoseos) en un estilo mucho más vertiguesco y más realista que el del resto de los artistas involucrados.
También en 2008, justo cuando se estrenaba la segunda peli de Hellboy, Mignola lanzó un one-shot escrito y dibujado por él mismo, después de bastante tiempo sin dibujar comics. El resultado son 24 páginas dibujadas medio de taquito, en las que Mignola mezquina un poco los fondos, va un poco a lo seguro (machaca y talking heads) para sacárselas de encima en un tiempo razonable. Pero igual está buena, porque el guión da perfectamente para hacer eso: una seguidilla de secuencias bien de clima, tranquis, intimistas, minimalistas, que en un punto dan lugar a cinco o seis páginas de machaca elegante, potente, pero sin mayor estridencia. No es LA historia de Hellboy, ni rivaliza con casi nada de lo que realizó Mignola en solitario, pero tampoco está nada mal.
Y bueno, ahora a esperar el Vol.11, que seguro continuará con la mega-saga que empezó en el Vol.8 y que elevó a Hellboy al status de Serie Fundamental del Siglo XXI. Recorrió un largo camino, el pibe del infierno. Y la verdad que, salvo alguna que otra vez donde se va un poco al carajo, acompañarlo resulta una experiencia religiosa, de las buenas.

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