el blog de reseñas de Andrés Accorsi

jueves, 22 de octubre de 2015

22/10: CAMINO A AUSCHWITZ

Las tres historias que componen este libro marcan el debut como guionista de historietas del periodista Julián Gorodischer, acompañado de un dibujante ya consagrado, de probada solvencia, como es Marcos Vergara. Gorodischer se propone incursionar en el comic periodístico o documental, en una vertiente muy cercana a la de Maus, Los Zurcos del Azar o Tortas Fritas de Polenta. El autor va a indagar a fondo en los vínculos entre miembros de su familia y el holocausto del pueblo judío durante la Segunda Guerra Mundial y, como Art Spiegelman en Maus, a mezclar esa labor de historiador con los lazos familiares.
La primera historia (que da título al libro) tiene 32 páginas y se centra en los últimos días de Paie, la hermana gemela de la abuela de Julián. La historia de esta chica que muere en Auschwitz con sólo 21 años es apasionante, realmente fuerte y conmovedora. Lástima que esté tan estirada. Gorodischer le suma al relato toda otra faceta que es cómo se vincula el resto de la familia (que obviamente sobrevivió al holocausto) con la memoria de Paie. Esto hace que por momentos la historieta vire hacia un melodrama de entrecasa, predecible, aburrido y demasiado autorreferencial. De hecho hay tramos en los que el guionista-personaje le disputa el protagonismo a Paie y ahí uno tiene que elegir qué historia le interesa más. La verdad, entre una chica de 21 años torturada y asesinada en Auschwitz y un tipo de 40 al que le va mal en una cita a ciegas con un chongo, no hay mucha discusión.
La segunda historia tiene 29 páginas y está centrada en las memorias del anciano Berl, tío abuelo del guionista-personaje, que integró la resistencia a los nazis en el ghetto de Varsovia. Acá el equilibrio está más logrado y el protagonismo es claramente del tío Berl. El personaje de Gorodischer cumple un rol muy similar al de Spiegelman en Maus, que es contener e ir guiando por los senderos de la memoria al veterano que sobrevivió al horror. La de Berl es otra historia fuerte, de heroismo, de aguante, de aferrarse a la vida pase lo que pase, condimentada con tiros, bombas, torturas y un poco de amor entre varones.
La tercera historia es la que más me gustó, la que está menos estirada. De hecho, le hubiesen venido bien un par de páginas más. Esta vez la protagonista es una tía de la mamá del guionista-personaje que integró el comando judío que secuestró a Adolf Eichmann en 1960 (cuando vivía en nuestro país bajo una identidad falsa) y se lo llevó a Israel para que fuera sometido a juicio. Esta vez, el personaje de Gorodischer interpela a la anciana tía Luba (también sobreviviente de Auschwitz) para conocer los pormenores de esa operación. Los recuerdos de Luba se convierten en una historia intensa, brava, emocionalmente retorcida y con una viñeta final brillante.
El dibujo de Marcos Vergara es excelente, mejor aún que en sus trabajos anteriores, perfectamente complementado por el color que es clásico, sobrio, sin saltos al vacío. La escena onírica que Vergara dibuja casi sin color sobre el final de la primera historieta me pareció gloriosa y perturbadora a la vez. El uso de la referencia fotográfica es muy acertado y –como siempre- los personajes de Marcos transmiten una variedad enorme de emociones a través de expresiones faciales cada vez más logradas.
El libro (de impecable factura técnica) tiene una cantidad grotesca de páginas de relleno: carátulas, dibujitos sueltos, páginas en blanco… en total, de las 112 páginas por las que uno está pagando, sólo 89 son de historieta. Un disparate.
Y no, si Camino a Auschwitz aspiraba a convertirse en “el Maus argentino” me parece que no le alcanzó. Pero si te interesa el tema de los nazis, los judíos, los campos de concentración y la huella que dejó el holocausto en los que sobrevieron, acá vas a encontrar historias muy interesantes, abordadas con mucho respeto y dibujadas como la hiper-concha de Dios (o de Jehová) por un Marcos Vergara en un nivel muy, muy zarpado.

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